Femicidio en Necochea: los abuelos que no pueden ver a su nieto y la negación de sus consuegros

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Felipe «Tito» Vera (75) y Stella Maris Castro (66) no perdieron solamente a su hija Magalí, asesinada de una manera brutal a los 34 años por su esposo, Javier Cerfoglio (39), quien la golpeó y la tiró al Río Quequén, dentro de su auto, en Necochea, después de una fiesta de casamiento. Llevan siete meses y medio sin ver a su nieto, de 13 años.

Femicidio en Necochea: los abuelos que no pueden ver a su nieto y la negación de sus consuegros
Femicidio en Necochea: los abuelos que no pueden ver a su nieto y la negación de sus consuegros

Una orden judicial les prohíbe que hablen del nene, quien eligió vivir con sus abuelos paternos. El vínculo con ambos se cortó, aunque el amor por él sigue latente en lo más profundo de sus corazones heridos.

La última vez que lo vieron fue poco antes de la Semana Santa, el 17 de abril. El chico fue hasta la casa de ellos, a buscar algunas cosas para armar en el cuarto de sus otros abuelos.

Javier Cerfoglio (40) está preso por el femicidio de su esposa, Magalí Vera (34), en Necochea.

A partir de entonces, Stella no dejó de mandarle mensajes, que el nene nunca respondió. Así hasta junio, que la mujer decidió no escribirle más. En una oportunidad, le pidió a su consuegra si le podía decir al chico que le contestara. «Hablá con mi abogada», fue la cortante réplica. También los bloquearon en las redes sociales.

Sus cuatro hijos -Sebastián, Melina, Fernando y Magalí- les dieron seis nietos en total.

Este 1° de diciembre es especialmente triste para la familia, porque se cumple el primer aniversario del femicidio.

Femicidio de Magalí Vera en Necochea: así fue la brutal golpiza antes de ahogarla

Para recordarla «con amor» y «exigir justicia», organizaron un homenaje que se hará este lunes, a las 18, en el Espacio de las Mariposas, en avenida 58, entre 59 y 57, en la Plaza de la Memoria.

En ese sitio, el pasado 3 de junio, para el día de Ni Una Menos, se inauguró una placa con un mensaje. «Magalí Vera 28/08/1990-∞: Magui: Visitanos en nuestros sueños hasta que volvamos a encontrarnos. Fuiste una hija, madre, hermana, cuñada, tía, esposa ejemplar, una dulce pastelera que nos llenó de dulzura. Vuela alto entre las flores del cielo como un colibrí, descansa en paz. Estarás en nuestra alma y corazón para siempre. Así te recuerda tu familia».

La convocatoria a un año del femicidio de Magalí Vera en Necochea.

«Tito» y Stella cuentan cómo afrontan el día a día: «Ahí estamos, la vamos pasando día a día».

Mientras nunca dejan de asistir a las sesiones con psicólogos y psiquiatras, está en trámite una demanda contra su yerno por «daños y perjuicios». No quieren que venda la casa donde vivía con Magalí, ni la camioneta Fiat Toro ni la moto 0 km que apenas tenía un mes cuando ocurrió el crimen.

Así circulaba el Honda Fit que terminó cayendo al Río Quequén, en Necochea.

El Honda Fit rojo de la mujer todavía está en un depósito policial. «Es chatarra, no sirve para nada, no lo queremos», dicen.

Stella afirma a Clarín que cada vez que circula por la zona de la terminal de ómnibus, donde el femicida encaró con el auto hacia el río para finalizar su obra criminal, hace lo mismo: «Yo miro para otro lado cuando paso por ahí». Su marido acota: «Yo trato de no pasar».

Desde el pabellón evangélico del penal de Batán, en las afueras de Mar del Plata, Cerfoglio, que cumplió los 40 años en mayo, denunció a sus ex suegros con un insólito argumento: asegura que lo mandaron a matar y que por eso sufrió algunas golpizas en la cárcel.

La denuncia que hizo Javier Cerfoglio, preso por el femicidio de Magalí Vera en Necochea.

Todos los lunes recibe la visita de su papá. Se encamina al juicio oral y a una condena a perpetua, acusado de homicidio cuádruplemente calificado (por ensañamiento, violencia de género y femicidio), tras una eficiente investigación de los fiscales Walter Pierrestegui y Marcos Bendersky.

Según la familia de la víctima, los padres del detenido «niegan» lo que pasó cuando son convocados a trámites judiciales. No hablan de femicidio, sino de «accidente», del «fallecimiento» de la mujer de su hijo.

«Magui» habría cumplido 35 años en agosto. Su hijo no fue a la misa en su homenaje. «Si iba, corría riesgo», posteó en una historia de Instagram con un tono inusual para un chico de su edad.

El Honda Fit rojo, en el Río Quequén. Magalí Vera (34) murió ahogada.
La madrugada del horror

Magalí había dejado su trabajo en la Municipalidad para dedicarse a la repostería. El sábado 1° de diciembre de 2024 tenían la fiesta de casamiento de una pareja y ella decidió regalarle la torta de dos pisos.

Antes de ir a la boda, en un salón de eventos de la ruta provincial 86, a cinco kilómetros de la ciudad, junto a Cerfoglio, que era marinero de una empresa del puerto de Quequén, subió historias en su cuenta de Instagram. Allí abundaban las fotos juntos. Daban la imagen de una pareja feliz.

Una discusión en la fiesta hizo que decidieran irse, a las 4 de la madrugada, en medio de una lluvia torrencial. Un llamado al 911 alertó que en la esquina de las calles 50 y 53 un hombre estaba golpeando a una mujer afuera de un auto rojo. Luego se conocerían las feroces imágenes de las cámaras de seguridad que corroboraron la paliza.

Las publicaciones en las redes mostraban una historia de felicidad.

Poco después, las cámaras del Centro de Monitoreo Urbano detectaron al Honda Fit circulando a alta velocidad antes de doblar en dirección al río y caer al agua.

La autopsia al cuerpo de la víctima revelaría golpes compatibles con violencia de género y la muerte de «Magui» por asfixia por sumersión. Unos golpes que todavía duelen en el alma de su familia.

EMJ

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